Lahich (Lahij), cerca de Samaxi
Si se encuentra en Samaxi o en sus cercanías, no se pierda la oportunidad de visitar Lahich (Lahij) y sus alrededores. Este sitio histórico-arquitectónico ha sido construido en el siglo V A.C. en el cañón del río Girdimanchai (Cáucaso superior).
El pueblo es pequeño, pero muy pintoresco, y el territorio está reconocido como una reserva cultural y un popular destino turístico como parte de la Gran Ruta de la Seda.
Lahich ha preservado su centro de comercio y artesanías hasta la actualidad. Allí encontrará objetos únicos de cobre hechos a mano, adornados con ornamentos orientales grabados, productos tejidos, de madera y cuero, souvenirs, cuchillos y muchas otras cosas.
Historia del pueblo de artesanos
No hay información exacta acerca del origen del asentamiento Lahich y las crónicas de este lugar están basadas en sus leyendas. De acuerdo con una de ellas, el Shah persa Kai Khosrow mató a un respetable gobernador de una de las ciudades en la lucha por el poder. Esto causó una gran indignación de las masas y en orden de preservar su vida, huyó del país. El Shah encontró refugio en las montañas, no lejos de donde ahora se encuentra Lahij, en el cual pasó el resto de su vida. El pueblo fue formado por sus sirvientes y sus familias de la tribu Lahiij, quienes se establecieron cerca de su asentamiento. Gradualmente, el asentamiento se expandió y se convirtió en un centro de artesanos.
El asentamiento ya se encontraba allí, cien años atrás, cuando el cobre se convirtió en el principal material de los artesanos de Lahij. Los habitantes locales aprendieron a derretirlo en su tierra patria, Irán. En este nuevo lugar, los artesanos desarrollaron sus habilidades y establecieron conexiones comerciales. Talleres de artesanos con hornos para derretir aparecieron en el territorio del pueblo y la fama de sus bellas y únicas piezas de cobre se esparció en los alrededores.
Grandes caravanas desde Turquía, Georgia, Armenia y Daguestán comenzaron a pasar a través de Lahij. Los mercaderes entregaban comida, cobre y telas al poblado y se llevaban acero frío, souvenirs y otros utensilios de cobre.
El pueblo se desarrolló y mejoró. Se establecieron calles y casas de dos y tres pisos fueron construidas. La gente aprendió a realizar alcantarillados y canales con tuberías de agua.
Años de caída
Lahij ganó su fama absoluta en algunos siglos gracias a las piezas maestras de los artesanos locales. Los comerciantes de todas partes del mundo los visitaban para comprar sus piezas. Sin embargo, durante el siglo XIX, las artesanías cayeron en decadencia, en parte debido al desarrollo mundial de las fábricas. Las producciones en masa de mercaderías eras más baratas y casi tan buenas como las hechas a mano y podían ser compradas en una gran cantidad. Lahij tuvo q enfrentar su decadencia y muchos maestros artesanos comenzaron a emigrar a las grandes ciudades para poder trabajar. Solo algunas personas permanecieron en el pueblo, quienes sobrevivieron principalmente de la agricultura.
En 1980, los gobernantes soviéticos declararon Lahij como una reserva histórico-cultural de Azerbaiyán. El lugar comenzó a atraer turistas y las artesanías revivieron nuevamente. Por supuesto no a la misma escala que en la antigüedad, pero lo importante es que los locales lograron preservar los secretos y sutilezas de estas antiguas artesanías. Algunas de las piezas de Lahij fueron incluidas en las colecciones del Museo del Louvre y el Museo Bern
Lahich en la actualidad
Tan pronto como Lahich recibió el estatus de objeto cultural, su población comenzó a crecer. El pueblo azerbaiyano no perdió su colorido aspecto histórico. Caminando por sus calles, uno puede escuchar el rumor de los antiguos talleres viniendo de alguna parte.
Cobre, cuero y alfombras artesanales, todavía florecen, con la única diferencia de que los principales compradores en la actualidad, son turistas. Además, estas artesanías locales abastecen muchos locales en el extranjero.
El pequeño pueblo está decorado con plazas pavimentadas, casas y negocios de artesanías hechas a mano, llenas de interesantes piezas creadas por los lugareños. Los habitantes de Lahij son muy amables y el aire está literalmente lleno de una atmósfera de calma, calidez y el talento ilimitado de sus habitantes.