Necrópolis Chor-Bakr cerca de Bujará
Cinco kilómetros al oeste de Bujará, donde los campos están separados por filas de árboles de mora, se encuentra uno de los monumentos más inusuales: la necrópolis de Chor-Bakr, también llamada la ciudad de los muertos. Las primeras tumbas aparecieron hace mil años, cuando había un pequeño asentamiento de derviches. Pero el magnífico conjunto arquitectónico, ahora visitado por miles de peregrinos, no se construyó sino hasta el siglo XVI.
En el siglo X, cuando Bujará estaba bajo las órdenes de la dinastía Samanid, vivía un clan de la familia Djuybar (descendientes del profeta Muhammad o Mahoma), quienes jugaron un papel importante en la vida de la ciudad. Durante siglos, cada uno de los Djuybars fueron enterrados en este cementerio rural.
En el año 1560, el gobernante de la dinastía Shaybanid, Abdullakhan II, decidió conmemorar a la familia noble y ordenó construir allí, una mezquita, una madraza y un khanaka. Fue un regalo para su maestro, Djuybar Sheikh Muhammad Islam Khoja, quien murió en 1563. La construcción del complejo se completó ese mismo año.
Tras morir en 1593, el hijo de Muhammad Islam, Khodja Bakr Sadi, fue enterrado junto a su padre. En años posteriores, también fueron enterrados allí, otros miembros de la familia como Abu Bakr Fazl y Tojidin Khasan. Estos cuatro hombres, que llevaban el título de "Bakr", duermen en una khazira (tumba). "Bakr" se traduce como "hermano" y Chor-Bakr, como "cuatro hermanos".
Khazira es una especie de estructura funeraria, que consiste en un patio rodeado de paredes sólidas con una sola entrada en forma de puerta, bellamente decorada. Es esta estructura de la tumba, la que distingue a Chor-Bakr de otros sepulcros de culto en Uzbekistán, como, por ejemplo, la necrópolis de Shakhi-Zinda. Todo el complejo está construido de la misma manera.
El khazira de Djuybar Seyyids, ubicado en la parte noroeste del complejo, puede ser hallado por un largo pasillo, donde cada paso se escucha como un eco que resuena desde las paredes de ladrillo. Otros khaziras ubicados en la parte oriental del complejo corren en una sucesión, extendiéndose de norte a sur, y frente a ellos, detrás de un pequeño estanque, hay edificios de una mezquita y khanaka.
Es notable que con el tiempo los rituales funerarios se volvieron menos estrictos y Chor-Bakr, se convirtió en la tumba de la familia Djuybar. Todos los miembros de la dinastía, incluidas las mujeres, fueron enterrados allí.
Un pequeño minarete, que se asemeja al famoso Kaylan de Bujará, se unió al complejo a principios del siglo XX, con lo que el territorio de Chor-Bakr alberga ahora 30 estructuras arquitectónicas. Además, al norte de la necrópolis se encuentra un amplio jardín, que data del siglo XVI y cuenta con álamos, sicomoros, sauces y muchos árboles frutales.
Chor-Bakr es realmente un lugar inusual y misterioso. Al visitar Chor-Bakr, no podrá evitar sentir el aliento del mundo de los muertos, donde en la tranquilidad de los callejones, los pensamientos de la fragilidad y fugacidad de la vida humana, entrarán involuntariamente en su cabeza.