Literatura de Kirguistán
La literatura de Kirguistán se extiende a lo largo de los siglos, aunque no siempre fue escrita. Dado que muy poca de la población estaba alfabetizada hasta hace relativamente poco tiempo, muchos poetas (conocidos como akyns) viajaban de pueblo en pueblo exponiendo sus obras. Algunas obras, como la Epopeya de Manas, fueron memorizadas y transmitidas oralmente entre generaciones de intérpretes, conocidos como manaschi. La alfabetización aumentó bajo la Unión Soviética, cuando la escolarización se hizo más común, y no sólo como parte de la educación religiosa. A partir del siglo XX, los escritores, poetas y lingüistas florecieron, produciendo excelentes obras que se hicieron famosas en todo el mundo.
Chingiz Aitmatov
Chingiz Aitmatov es uno de los más famosos escritores y políticos, famoso a lo largo de la Unión Soviética y alrededor del mundo. Sus escritos describen la vida en los pueblos de Kirguistán, y también en la Unión Soviética (no siempre de manera favorable).
Chingiz Aitmatov nació en Sheker, en Talas en 1928, en una familia de sirvientes civiles. En 1938, su padre fue arrestado y ejecutado por “burgués nacionalista”. Aitmatov estudió literatura en el Instituto de Literatura Gorky en Moscú y luego trabajó en Pravda, el periódico del partido. Sus primeras historias fueron publicadas en los años 1950, cuando aún trabajaba en Pravda.
Su famosa historia, “Jamila”, describe los sentimientos de una mujer que se enamora de un tranquilo forastero mientras su esposo está luchando en el frente de la Segunda Guerra Mundial. La historia se centra alrededor de la vida en Kirguistán durante la guerra, cuando muchas personas estaban ocupadas cosechando granos para apoyar el esfuerzo de la guerra. La historia está dividida, con discusiones acerca del amor y el deber. Otra historia corta, “Adiós, Gulsary”, cuenta acerca de las reflexiones de un hombre y su relación con su caballo Gulsary, mientras el caballo yace moribundo. La historia abarca la colectivización y la cultura a comienzos de la Unión Soviética dado a que el protagonista enfrenta dificultades con la autoridad local. La novela más famosa de Aitmatov, “El día dura más que cien años”, de alguna manera reúne un futurístico viaje al espacio con un remoto pueblo de la estepa kazaka, donde un hombre intenta dar una sepultura tradicional a su amigo.
Su trabajo es famoso por sus descripciones del folclore y la naturaleza de Asia Central, pero permanece contemporáneo y relevante a la vida moderna. Sin una aparente fecha, las historias de Aitmatov reflejan y honran el pasado nómade de Kirguistán y Kazajistán, mientras trata (no siempre de manera positiva) acerca de cómo ha cambiado la vida bajo el gobierno de la Unión Soviética.
Además de ser el autor más famoso de Kirguistán, Aitmatov era también una figura política. El fue el consultor de Gorbachev durante la perestroika, y trabajó como un embajador de la Unión Soviética y más tarde de Kirguistán, Luxenburgo y otras organizaciones europeas. También estaba políticamente activo en Kirguistán, donde ayudó a fundar el Cementerio Ata-Beyit. Ata-Beyit fue construido en el lugar de una fosa común donde 137 o 138 prisioneros políticos, con el padre de Aitmatov probablemente entre ellos, fueron ejecutados y quemados en lo una vez fue un horno de ladrillo.
Aitmatov ganó muchos premios por sus escrituras y fue honorado alrededor del mundo. Escribió tanto en kirguis como en ruso, a veces trabajando en traducciones de su propio trabajo. Sus escritos han sido traducidos en muchos lenguajes y se han convertido en la fuente principal de exportación literaria de Kirguistán. Aitmatov murió en 2008, y fue enterrado en Ata-Beyit. Su casa, en el sur de Bishkek, se ha convertido en un museo abierto para visitantes (solo con cita).
Otros Escritores
La larga tradición literaria de Kirguistán mayormente involucra piezas memorizadas que han sido pasadas oralmente, y solo a comienzos del siglo XIX y XX estos trabajos fueron escritos. Hasta esta fecha, las piezas más famosas de la literatura estaban escritas a través de la improvisación de poemas o akyns, quienes a menudo recitaban sus poemas acompañados por música. Bajo la Unión Soviética, la literatura kirguiz se desarrolló y tanto poemas como escritos fueron traducidos para la población local.
Un tema que obstaculizó el desarrollo de una escena literaria más amplia antes del siglo XX fue la falta de un alfabeto apropiado. Hasta 1927, el kirguis se escribía con el alfabeto árabe y aún se escribe de esta manera entre la etnia kirguisa en China. Kasym Tynystanov era un poeta y académico quien desarrolló el primer alfabeto específico para kirguís, utilizando un modificado alfabeto latino, el cual se adaptaba mejor a las peculiaridades del lenguaje y era más apropiado para imprimir. Tynystanov también coleccionó y grabó el folclore kirguís y contribuyó con otras tareas científicas hasta su arresto y ejecución en 1938. Yasyr Shivaza era otro poeta y lingüista activo en la joven Unión Soviética, cuando ayudó a desarrollar el alfabeto para el lenguaje dungan y tradujo famosos trabajos a dungan.
Aaly Tokombaev y Alykul Osmonov eran otros dos poetas y escritores famosos en la Unión Soviética. Osmonov ayudó a traducir famosos trabajos (incluyendo Shakespeare y Pushkin) al idioma kirguís, así como también contribuyó escribiendo poesía que ayudó a la transmisión de la poesía kirguisa, pasando de ser oral a ser escrita. Tokombaev escribió poemas acerca de lo que vio el injusto trato de Kirguistán bajo el gobierno soviético. En la actualidad, Osmonov está representado en el billete de 200 soms y Tokombaev tiene una calle nombrada tras él en Bishkek.