Postres Rusos
La cocina rusa, como en muchos otros lugares alrededor del mundo, no podría existir sin los postres. Los hogares adinerados tradicionalmente tenían prácticamente una cantidad ilimitada de opciones de postres, dado a que las familias adineradas contaban con chefs y un gran presupuesto para productos alimenticios. Sin embargo, incluso los campesinos contaban con postres en sus mesas.
Muchos postres rusos eran horneados, dado a que el horno era una parte importante de cualquier hogar. Hay una gran variedad de productos horneados en la cocina rusa tradicional. Las manzanas, peras y bayas eran colocadas en una olla gruesa y horneadas, a menudo con un poco de miel. Las zanahorias y remolachas podían también ser cortadas en finas rodajas y secadas para parenki, el cual era adicionado al té.
Otro postre común involucraba hervir no solo las frutas, sino también los vegetales dulces (como los pepinos y las zanahorias). Para evitar que el plato se quemase, toda la olla era colocada a baño maría. El resultado eran trozos masticables, similares a las frutas abrillantadas, que eran populares y fáciles de hacer, incluso para los campesinos más pobres. También era popular el uzvar y kissel, densos jugos de frutas. El kissel obtenía su densidad de la fécula, lo que le daba un sabor extra especial.
Las bayas eran muy populares para postres, incluyendo las bayas salvajes. Viburnum, fresno de la montaña, frambuesa, y grosellas podían ser recolectadas, secadas en el horno y convertidas en una pasta densa. Lepyoshkas era un pan chato, a veces con vegetales, lo cual los convertía en buenos bocadillos para el invierno o durante un resfrío.
En Rusia, había postres especiales para las festividades, tales como la Pascua y el Año Nuevo. El kulich eran tortas altas y cilíndricas decoradas con glaseado blanco hecho especialmente para Pascua y los pierogis no podían faltar en la mesa de Año Nuevo. Maslenitsa llamaba a todo tipo de dulces horneados, especialmente blini (finos panqueques, similares a los crepés) con todo tipo de rellenos. Cada familia tenía su propia receta, perfeccionada y pasada de generación en generación.